Ella conoce el poder de la vibración, la energía, la creación y la manifestación. Y además nos regala elementos como los cristales para recordarnos que en nosotros también habita ese poder.
La naturaleza es la expresión máxima de lo divino aquí en la tierra. Sus aromas, sus esencias, sus formas, nos conectan con vibraciones mágicas, despiertan nuestra espiritualidad y nos recuerdan que somos más de lo que podemos ver.